Las denuncias –hasta ahora no sustentadas fehacientemente- en el sentido que el presidente municipal Víctor Carranza Rosaldo resultó todo un despilfarrador asignando mega salarios a sus consentidos y recomendados, contrastan con los comentarios que muy en corto hizo un líder empresarial al puntualizar que al igual que en los ayuntamientos de Agua Dulce, Moloacán y Minatitlán, en el de Coatzacoalcos no han entrado a lo onda de los diezmos en la asignación de obras y proyectos y mucho menos en el área de adquisiciones, que antaño negocio redondo para el alcalde en turno, cuyos colaboradores pasaron del “diezmo” a la “quinceañera” y hasta un “ventilador” exigían. Que se han retrasado en el inicio de obras porque resultaron medios lerdos en materia administrativa en la integración de proyectos ejecutivos y validaciones, nadie se aparta, pero de ahí a que Polo Suárez esté torciendo la ley, al menos, hasta éste día es improbable. Que en las licitaciones restringidas y en las públicas nacionales han optado por las propuestas más baratas, es vox populi, pero de ahí a que los contratistas tengan que sacrificar sus indirectos para entrarle con su cuerno, no hay tal. Faltaría saber ahora si a pesar de esto, las pocas obras en proceso de construcción se ajustan al control de calidad que tanto presumen. Ya veremos, dijo un ciego.