Se trata de una de las familias más violentas dedicadas a secuestrar jóvenes en México y explotarlas sexualmente del otro lado de la frontera.

El clan Rendón-Reyes era infame entre los infames. Incluso en Tenancingo, el pueblo de Tlaxcala conocido como “el semillero de los padrotes” por ser la cuna de las familias más violentas en México dentro del negocio de la trata de personas, ellos eran vistos como una tribu de sádicos. Hasta dentro de los padrotes hay niveles —se decía en ese municipio que colinda con Puebla— y ellos estaban en el sótano por su violencia desmedida.

Uno de sus líderes, Saúl Rendón Reyes, conocido como El Satánico, vivía su vida criminal a la altura de su alias: junto con sus hijos, hermanas y primos, coordinó cientos de secuestros de niñas y jóvenes de distintas zonas rurales del país y Centroamérica para trasladarlas hasta Estados Unidos y prostituirlas. Sus castigos eran producto de una imaginación endemoniada: si sus víctimas se negaban a tener sexo con los clientes del clan, les quemaba los genitalescon una plancha, las apaleaba con maderos con clavos y las obligaba a comer su propio vómito frente a las demás capturadas, entre otros tormentos que sus víctimas han narrado en un largo juicio que comenzó hace cuatro años.

El clan Rendón-Reyes era una familia mexicana de cazadores expertos que pasaba de generación en generación la fórmula para identificar muchachas vulnerables, a quienes les prometían matrimonio y una vida feliz. Cuando los hombres las enamoraban, les hacían creer que las llevarían a Tlaxcala para presentarlas con su familia y planear una boda. Una vez que las jóvenes pisaban Tenancingo se convertían en esclavas sexuales.

Tras varios años de operar en Norteamérica y Centroamérica, al menos desde 2004, y de denuncias hechas por mujeres y niñas de hasta 14 años que lograron sobrevivir y escapar a su cautiverio, el gobierno de Estados Unidos comenzó en 2013 una operación para detener al clan. En coordinación con autoridades mexicanas, tras meses de investigaciones encubiertas donde participaron agencias federales como eI Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y el FBI, en 2015 fueron detenidos ocho importantes miembros.

Ante la abrumadora evidencia contra Jovan Rendón-Reyes, de 33 años; Saúl Rendón-Reyes, de 39; Francisco Rendón-Reyes, de 28; José Rendón-García, de 34; Guillermina Rendón-Reyes, 46; Félix Rojas, de 47; Severiano Martínez Rojas, de 54 años; y Odilón Martínez-Rojas, de 45 años, el clan se declaró culpable.

Este lunes, su sentencia finalmente llegó: el juez del Tribunal de Distrito de Brooklyn, Estados Unidos, Edward R. Korman, les forzó a pasar entre 15 y 25 años de cárcel, una temporada que aún puede aumentar ante juicios pendientes por cargos como lavado de dinero.

Five Members of Mexican Sex Trafficking Organization Sentenced to Prison https://t.co/TCKg20Wb5R

— Justice Department (@TheJusticeDept) January 7, 2019

“Los acusados se declararon culpables de extorsión, tráfico sexual y otros cargos federales luego de su arresto en México y Estados Unidos. Entre diciembre de 2004 y noviembre de 2015, la Organización, con sede en Tenancingo, Tlaxcala, México, trajo de contrabando a numerosas mujeres y niñas de México y América Central a los Estados Unidos, y las obligó a ejercer la prostitución para obtener beneficios de laorganización, generando cientos de miles de dólares que luego fueron lavados a México“, comunicó el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

“Operaban una extensa empresa de tráfico sexual que se aprovechaba de mujeres jóvenes y niñas vulnerables, engañándolas con falsas promesas, obligándolas a someterse mediante palizas, amenazas, aislamiento e intimidación. Esta acusación es el resultado de acciones sólidas entre el Distrito Este de Nueva York, la Unidad de Procesamiento de Trata de Personas de la División de Derechos Civiles, la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional del Departamento de Seguridad Nacional de Nueva York y nuestros homólogos mexicanos”.

El clan que acostumbraba a encerrar a sus víctimas en diminutas habitaciones de hotel, con los mínimos alimentos para sobrevivir, limitando sus horas al sol, ahora sabe que le esperan décadas en el encierro dentro de las duras prisiones de Estados Unidos.