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Investigadores descubren el “interruptor” que regula las ganas de hacer ejercicio

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Un equipo de investigadores españoles ha identificado un “interruptor” biológico que podría explicar por qué algunas personas tienen más ganas de hacer deporte que otras. Este hallazgo, publicado hoy en la revista Science Advances, revela que dos proteínas juegan un papel clave en la activación del área del cerebro que controla el movimiento, incentivando la actividad física. En personas con obesidad, estos valores proteicos se encuentran significativamente reducidos.

El estudio, liderado por Guadalupe Sabio del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y con Leticia Herrera y Cintia Folgueira del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) como primeras autoras, podría abrir la puerta al desarrollo de fármacos que predispongan al ejercicio y permitir la creación de programas de entrenamiento personalizados. En la investigación también participaron científicos de varios centros españoles de Canarias, Castilla y León, y Galicia.

Los resultados del estudio sugieren que los músculos regulan el deseo de hacer ejercicio a través de una vía de señalización desconocida hasta ahora, que comunica directamente con el cerebro. Esta señalización es responsable de que, al realizar ejercicio, se sienta el impulso de continuar. “Hasta ahora no sabíamos cómo los músculos podían controlar las ganas de hacer o no ejercicio. Ahora hemos descubierto qué proteínas se activan para estimular ese deseo,” explicó Guadalupe Sabio a la agencia EFE.

Las proteínas “p38α” y “p38γ” se activan cuando los músculos se contraen repetidamente durante el ejercicio. Estas dos proteínas, que pertenecen a la misma familia, se regulan entre sí, influyendo en el interés por la actividad física. Además, se identificó una tercera proteína implicada en este proceso, la interleucina 15 (IL-15). La activación de “p38γ” induce la producción de IL-15, que actúa directamente sobre la corteza cerebral para potenciar la actividad motora.

Los hallazgos, basados en estudios con modelos animales y humanos, muestran que el ejercicio constante mejora el metabolismo, disminuye la tendencia a la diabetes y reduce la acumulación de grasas, incluso en animales con una dieta alta en grasas y obesidad. Esto subraya la importancia del ejercicio regular como estrategia efectiva para prevenir y tratar la obesidad, un trastorno metabólico que sigue en aumento a nivel mundial.

Guadalupe Sabio destacó que si se confirma que la IL-15 es un marcador en sangre del deseo de hacer ejercicio, podría permitir la creación de fármacos que beneficien a quienes tienen menos tendencia a realizar actividad física. Además, se podría personalizar el tipo de ejercicio más adecuado según los niveles de esta proteína en cada persona, optimizando así los programas de entrenamiento.

Este descubrimiento no solo tiene el potencial de transformar el enfoque hacia el ejercicio físico, sino también de ofrecer nuevas herramientas en la lucha contra la obesidad y las enfermedades metabólicas asociadas.

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