El arresto de Pavel Durov, CEO de Telegram, en un aeropuerto de París, ha desatado una controversia internacional que podría ser utilizada por el Kremlin para reforzar su control sobre una de las pocas plataformas que ha resistido la censura en Rusia. Mientras Moscú califica la detención como un ataque a la libertad de expresión, expertos advierten que el verdadero objetivo podría ser la apropiación de Telegram por parte del gobierno ruso.
El Kremlin lleva años intentando obtener el control de Telegram, una aplicación con más de 900 millones de usuarios en todo el mundo. Desde 2014, Durov, de 39 años, ha evitado ceder las claves de cifrado al gobierno ruso, lo que lo llevó a huir del país. George Barros, del Instituto para el Estudio de la Guerra, afirmó que el Kremlin considera a Telegram como un obstáculo para su régimen debido a que es la mayor plataforma en Rusia que aún no controla.
Christine Dugoin-Clément, investigadora de la Sorbonne Business School, explicó que Telegram se ha convertido en una herramienta crucial para las operaciones militares rusas, especialmente desde el inicio de la invasión a Ucrania en 2022. A pesar de los intentos fallidos de prohibir la plataforma en 2018, esta sigue siendo utilizada tanto por el ejército ruso como por figuras clave como Yevgeny Prigozhin, líder de la milicia Wagner, quien utilizó Telegram para promover sus actividades antes de su muerte en 2023.
A raíz del arresto de Durov, algunos funcionarios del Kremlin han comenzado a eliminar sus cuentas en la aplicación, según informes del medio ruso Baza. Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, desestimó estos reportes, calificándolos de “completamente estúpidos”.
A pesar del poder que Telegram ofrece al Kremlin para difundir su propaganda, la plataforma también permite que los críticos del presidente Vladimir Putin se comuniquen y desafíen al régimen. Barros advierte que un éxodo masivo de Telegram, en respuesta al arresto de Durov, podría ser perjudicial, ya que otras plataformas disponibles están controladas por el Estado ruso.
Dugoin-Clément coincide en que la situación podría dar lugar a una mayor represión por parte de Moscú, exigiendo información a los usuarios más destacados de Telegram. Aunque el debate sobre la libertad de expresión está en juego, los expertos no se apresuran a catalogar a Durov como un defensor de estos derechos. Se especula que Durov ha intentado reunirse con Putin, lo que el Kremlin niega.
Pavel Durov es sospechoso de complicidad en delitos graves como tráfico de drogas, pedofilia y fraude, presuntamente facilitados a través de Telegram debido a la negativa de la empresa a colaborar con la policía, según la fiscal de París, Laure Beccuau. Telegram, por su parte, calificó de “absurdo” responsabilizar a la plataforma o a su propietario por los abusos cometidos por terceros.