
La fe, un faro espiritual que ilumina el camino de cada cristiano, proporciona la fuerza de voluntad necesaria para analizar minuciosamente los desafíos que obstaculizan una vida digna y justa, afirmó el sacerdote Juan Beristain de Los Santos, vocero de la arquidiócesis de Xalapa.
En este contexto, San Pablo, un pilar del cristianismo, proclamó con claridad: “El Reino de Dios no consiste en bebidas y comidas, sino en la justicia, la paz y el gozo del Espíritu Santo” (Romanos 14,17).
La justicia y la paz se erigen como requisitos fundamentales para aquellos que buscan vivir conforme al ideal divino de fraternidad, solidaridad y generosidad entre las personas de su entorno.
el prelado dijo que los tiempos actuales nos desafían a unirnos con otros y a forjar un mejor estilo de vida, marcado por un destino común.
Vivimos en una sociedad caracterizada por profundas desigualdades, donde algunos sectores continúan disfrutando de privilegios, proclamando el progreso, mientras que muchos en México y Veracruz luchan por satisfacer sus necesidades básicas. La equidad es esquiva, y no todos caminan sobre un terreno parejo.
Es evidente para todos los creyentes que no podemos perpetuar un estilo de vida egoísta e insolidario que solo perpetúa la degradación del medio ambiente y perpetúa la injusticia.
Necesitamos un salario que garantice un nivel de vida digno y la oportunidad de desarrollo integral.
Es imperativo cuestionarnos con seriedad: ¿Por qué dejamos que otros resuelvan los problemas que todos debemos afrontar unidos?
Si todos contribuimos a la generación de estos problemas, todos debemos participar en la búsqueda de soluciones.
La fe, en su esencia, nos llama a la acción, a trabajar por la justicia y la paz en nuestro entorno.
Es un recordatorio constante de que somos responsables de cuidar y proteger el mundo que compartimos.
Agregó que “La fe también nos impulsa a extender una mano solidaria a aquellos que luchan por satisfacer sus necesidades básicas y a trabajar juntos para alcanzar una vida digna para todos”.
Este llamado a la unión y a la solidaridad es una invitación a dejar atrás la indiferencia y el egoísmo que amenazan con socavar el tejido de nuestra sociedad.
La fe, en combinación con la acción colectiva, puede ser un faro que nos guíe hacia un futuro más justo y equitativo.
En estos tiempos desafiantes, debemos recordar que la justicia y la paz son valores fundamentales que todos, independientemente de nuestra fe o creencias, debemos defender y promover.