La frontera sur de México se ha convertido en un “tapón” para los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos, denunciaron activistas y sacerdotes locales. Esta situación surge ante las amenazas del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, de imponer aranceles a productos mexicanos si no se detiene la migración.
El director del Centro de Dignificación Humana (CDH), Luis Rey García Villagrán, informó que las autoridades mexicanas están dispersando a los migrantes en ciudades como Tapachula, Tuxtla Gutiérrez, Villahermosa, Mérida y Chetumal, impidiendo su avance hacia la capital mexicana. García Villagrán señaló que los principales bloqueos se encuentran en el río Suchiate, el Corredor Transístmico y Puebla.
El endurecimiento de las restricciones ha llevado a los migrantes a tomar rutas más peligrosas. La primera caravana migrante del año, con aproximadamente 1.500 integrantes, partió esta semana desde la frontera sur con la intención de llegar a EE.UU. antes de la toma de posesión de Trump el 20 de enero.
Sin embargo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, afirmó que las caravanas ya no llegan al norte porque su Gobierno ofrece opciones de empleo, refugio o retorno en el sur del país. No obstante, el párroco Martín Moreno, de Tapachula, teme que con la llegada de Trump aumenten las restricciones legales y se limite el acceso a mecanismos migratorios como la aplicación CBP One.
A pesar de las dificultades, los migrantes mantienen la esperanza. Aunque las detenciones en la frontera de EE.UU. disminuyeron un 75 % en 2024, México detectó un récord de más de 925.000 migrantes irregulares entre enero y agosto, un aumento del 132 % interanual.
En Tapachula, se estima que hay alrededor de 30.000 migrantes varados, entre ellos Wilmer Omar Cortés, de Honduras, quien lleva meses esperando regularizar su situación. Algunos migrantes, según él, se han unido a las caravanas por temor a ser deportados tras la llegada de Trump al poder.