Lo único que le dejó a Dobri Dobrev la Segunda Guerra Mundial fue una casi pérdida de la audición y una nueva perspectiva de la vida. Durante varios años, el hombre se dedicó a pedir dinero a los transeúntes. Todo lo recaudado lo dona a orfanatos. El buen hombre falleció el 13 de febrero de 2018.
Su rutina comienzaba por la mañana en Baylovo, un pueblo desde el que viajaba al menos 24 kilómetros a pie hasta la ciudad de Sofía en Bulgaria.
Además de dar de comer a las palomas, el anciano de 101 años de edad colocaba un pequeño recipiente de metal en el suelo o en sus manos y solicitaba a las personas que le dieran alguna moneda.
Nada se lo quedaba
A lo largo de los años logró reunir el equivalente a más de un millón de pesos que solía regalar a los orfanatos que no podían y no pueden pagar sus cuentas y se encontraban en peligro de cerrar.
Su labor ha ocasionaba que algunos lo llamasen “El santo de Baylovo” e incluso hay un mural que lo representa con una vela en la mano y dos palomas a fin de reconocer su labor.
Dobrev no se quedaba con ningún centavo de las sumas que recolectaba y comía de la caridad de la gente que le ofrecía algún plato de comida o vaso de agua.
El hombre aceptaba cualquier muestra de generosidad de la gente, pero el dinero lo destinaba únicamente para estos centros que se ocupaban y se siguen ocupando de los niños. Su raída vestimenta, sus zapatos sucios y larga caballera fue muestra de esto.
No se sabe exactamente cuánto tiempo el anciano marchó por las calles; sin embargo fue uno de los iconos más reconocidos por la comunidad, en donde también fue llamado “abuelo Dobri“.
El abuelo Dobri nació el 20 de julio de 1914 y falleció el 13 de febrero de 2018 a los 104 años de edad.
Un ejemplo de bondad, solo comparable con la actitud de la Madre Teresa de Calcuta.