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Ucrania: la batalla por informar de los corresponsales de la AFP

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Esquivar los proyectiles es una cosa, pero los periodistas de AFP que cubren la guerra en Ucrania han tenido que lidiar con muchas otras amenazas, desde intentos de control sobre lo que informan hasta un civil que intenta atacarlos con un cuchillo.

En este blog, una docena de nuestros corresponsales, muchos veteranos de varios conflictos, revelan las dificultades y frustraciones de informar desde el frente.

Existe el peligro obvio y siempre presente. Eso nunca desaparece. Sin embargo, lo que también preocupa a nuestros periodistas que cubren la guerra en Ucrania son los obstáculos que enfrentan para llegar al frente y lo que se les permite mostrar cuando llegan allí.

Primero tienen que lidiar con el ejército ucraniano, que les da, y a veces les quita, los pases que necesitan para atravesar los puestos de control hacia zonas de guerra o áreas recién liberadas.

Soldados ucranianos reciben primeros auxilios a su regreso del frente cerca de Kramatorsk, el 30 de abril de 2022 (AFP / Yasuyoshi CHIBA)

“Es muy difícil trabajar”, ​​resume Dimitar Dilkoff, un fotógrafo búlgaro que estuvo radicado en Moscú hasta la invasión rusa y que visita Ucrania desde entonces.

“Si tomas fotos y las publicas, a veces el otro bando puede detectar fácilmente la ubicación exacta y bombardear ese lugar (…) Tomar una foto a veces es muy complicado y toma mucho tiempo explicar que no quiero usarla de inmediato, que la guardo para nuestros archivos”.

“Te dejan registrar solo lo que quieren, lo que aporta a su éxito”, dice por su lado Aris Messinis, fotógrafo de la AFP en Atenas, que ha realizado varias misiones en Ucrania desde 2014, cuando Rusia anexionó a Crimea.

Amenaza de perder la acreditación

Pero “cuando sufren pérdidas, no permiten que nadie vea, ni aun si están heridos, no muertos. Tienen miedo de quebrar la moral de sus tropas o civiles”, agrega.

“Siempre está la amenaza de perder la acreditación si vamos a un lugar donde no quieren que vayamos, si hablamos de algo de lo que no quieren que hablemos”, subraya Dave Clark, periodista afincado en Bruselas que ha cubierto numerosos conflictos para AFP en los últimos 20 años.

Soldados ucranianos luchan en Donbas el 21 de mayo de 2022. El fotógrafo, Aris Messinis, fue expulsado cuando vieron que tenía una cámara. AFP publicó la foto sn especificar ubicación (AFP / Aris MESSINIS)

Para no correr el riesgo de perder la acreditación y proteger a sus periodistas, la AFP a veces debe esperar para difundir ciertas imágenes o no especificar su ubicación exacta. Tienen que “engañar” al ejército, dice Arman Soldin, reportero de video (JRI) basado en Londres.

“Hay que andar por una delgada línea, presionando para acercarte lo más posible a la historia sin quemar puentes con el ejército ucraniano”, resume Dylan Collins, otro JRI con sede en Beirut.

La multiplicación de estadías permite generar lazos con algunas unidades militares y obtener accesos que en principio lucen imposibles.

Con algunas brigadas “ahora tenemos excelentes relaciones, ya sea con comandantes o con simples soldados”, dice Daphne Rousseau, reportera radicada en París que ha realizado tres misiones a Ucrania desde febrero.

Estos contactos permitieron a un equipo de la AFP acompañar en octubre a una unidad especializada ucraniana, apodada Cargo 200, para la recogida de soldados muertos en Sviatoguirsk, en la región de Donetsk. O seguir en noviembre a una unidad de ambulancias que trae heridos del frente, cerca de Bajmut, escenario de feroces enfrentamientos en el Donbas.

Miembros de la unidad ucraniana “Cargo 200”, encargada de recoger muertos, en Sviatoguirsk, región de Donetsk, el 16 de octubre de 2022 (AFP / Dimitar DILKOFF)

Pero para Emmanuel Peuchot, quien desde octubre coordina la oficina de la AFP en Kiev, estas ocasiones son demasiado raras para dar cuenta de la “carnicería” de este conflicto, sin que ninguna de las partes de cuenta de sus pérdidas humanas.

Tensiones con los civiles

El contacto con los civiles también puede ser muy tenso, especialmente en Donbas, donde el conflicto se prolonga desde hace casi nueve años y donde muchos residentes son prorrusos.

Todos los reporteros de la AFP que han trabajado en el este del país debieron, en un momento u otro, lidiar con habitantes hostiles pues suelen considerar a los periodistas responsables de los bombardeos en su región.

Ionut Iordachescu se aleja durante un bombardeo en Bajmut el 31 de julio de 2022, luego que un civil amenazó a los periodistas con un cuchillo (AFP / Bulent KILIK)

Bülent Kilic, fotógrafo con sede en Estambul, e Ionut Iordachescu, videoreportero con sede en Rumanía, fueron atacados en agosto por un hombre con un cuchillo tras la caída de una bomba de racimo. “Fue realmente aterrador”, dice Ionut. “Pero no puedo culparlo, están traumatizados”.

“Para ser honesto, cuando llegan los periodistas, esperan que pase algo, tal vez ver gente muerta”, dice Bülent. “Atacar con un cuchillo es inaceptable, pero puedo entender que estén enojados”.

Afortunadamente, esa hostilidad está lejos de ser generalizada. Dylan evoca a unos habitantes tan acostumbrados a la artillería que “se detienen para responder a nuestras preguntas” a pesar del fuego cercano.

Incluso en lugares como Bajmut, donde “muchos nos gritan, siempre encuentras gente” que quiere hablar, dice Dave.

Civiles evacuados de la ciudad de Lyman, Donbas, el 2 de mayo de 2022, cuando la ciudad era objeto de bombardeos diarios (AFP / Yasuyoshi CHIBA)

Matices en el este

En el este de Ucrania, el conflicto es menos “maniqueo” que en Kiev, Leópolis u Odesa, donde el discurso patriótico ucraniano es omnipresente, subraya Cécile Feuillâtre, periodista del servicio internacional de París. Los límites entre agresor y agredido son más difusos, “lo que hace que el Donbas sea muy interesante, pues hay matices”.

A veces también hay fronteras borrosas entre los ucranianos etiquetados como “colaboradores” o “patriotas”, según Daphne, quien durante una estadía conoció en Lyman, Donbas, a una mujer a la que un policía ucraniano había presentado como un pilar de la “resistencia” contra la ofensiva rusa.

Pero en su siguiente estadía, Daphne se enteró que esta mujer finalmente había colaborado con los rusos y se había ido a Rusia. “Alteraciones” que en ocasiones se explican por la simple necesidad de recibir ayuda humanitaria.

En algunas ciudades liberadas, como Jersón, la búsqueda de “colaboradores” a veces crea “un ambiente muy pesado”, subraya Emmanuel, porque a menudo lo que domina es un sentimiento de ambivalencia. Algunos de los habitantes “solo quieren que (la guerra) se detenga”.

Residentes cosechan las últimas papas en un campo de Zaritchne, en el Donbas, el 10 de noviembre de 2022 (AFP / Bulent KILIC)

Recopilar testimonios que ayuden a comprender estos matices lleva tiempo, especialmente cuando se trabaja con un intérprete.

Y son muy valiosos porque los reporteros no pueden ir y documentar el “otro lado” de la historia, como lo exigen las reglas de la agencia sobre el equilibrio de fuentes.

Rusia ha restringido severamente el acceso a sus líneas del frente. A pesar de tener una oficina en Moscú durante décadas,  la AFP ha fracasado en sus repetidos esfuerzos para obtener una autorización  que le permitiera seguir a las tropas rusas o acceder a su lado del frente.

Aun así, los periodistas de AFP en Moscú continúan cubriendo el conflicto con fuentes rusas, pero bajo estrictas restricciones del Kremlin.

“Por supuesto que me gustaría ver más ‘el otro lado’, pero eso es imposible”, dijo el fotógrafo Yasuyoshi Chiba, quien reside en Nairobi. “Pero creo que hacemos el 100% de lo que podemos” para equilibrar.

Un soldado ruso en el teatro de Mariúpol el 12 de abril de 2022, casi un mes después del bombardeo del edificio donde se habían refugiado cientos de civiles. Foto tomada durante un viaje de prensa organizado por el ejército ruso (AFP / Alexander NEMENOV)

Moscú organizó algunas visitas para la prensa a ciudades “conquistadas” como Mariúpol, Berdiansk o Jersón, antes de que esta última fuera recuperada por los ucranianos.

La AFP participó en esas visitas porque no podíamos entrar a esas áreas por ningún otro medio. Todas las visitas estuvieron estrictamente controladas y nuestras historias dejaron claro cómo fueron organizadas.

Sin embargo, las autoridades ucranianas dejaron en claro que estaban “realmente molestas” por nuestra participación en esas giras, dijo  Dave.

Estas críticas ilustran la guerra de información entre los dos campos, algo que debe tenerse en cuenta constantemente, subraya Daphne. Siete años de cubrir el conflicto israelo-palestino le “ayudaron mucho” para no “quedarse atrapada en la comunicación de uno u otro” lado, dice.

Los reporteros en el terreno también cuentan con el apoyo de periodistas del servicio de verificación de hechos de la AFP, que verifican y a menudo refutan informaciones engañosas sobre el conflicto que se transmiten en las redes sociales.

Peatones cruzan una calle de Kiev durante un corte de energía, el 10 de noviembre de 2022 (AFP / Dimitar DILKOFF)

Kiev, otro mundo

En comparación, Kiev, donde los enviados especiales de AFP suelen terminar su misión, es otro mundo.

Quien no conocía Ucrania antes de la guerra suele llamarle la atención el ambiente de la capital, muy europea, como París o Berlín, subraya Bülent.

Esa relativa normalidad se vio sacudida desde que los ataques rusos volvieron a intensificarse. Las fotos de Chiba de los primeros ataques con drones en la capital en octubre dieron la vuelta al mundo.

Un transeúnte en el suelo y otro vacila en el primer ataque con drones en el centro de Kiev, el 17 de octubre de 2022 (AFP / Yasuyoshi CHIBA)

Sin energía ni agua, Bülent tuvo que trabajar a la luz de las velas durante su última estadía a finales de noviembre. Aún asi pudo ver a jóvenes ucranianos bailando en una discoteca.

Era uno de los objetivos de su cobertura: encontrar “imágenes de personas besándose, que mostraran su amor. Porque en estas condiciones, privados de luz, de agua, con misiles que golpean regularmente, veo que los jóvenes buscan refugio en el amor”.

Al igual que otros fotógrafos, espera capturar momentos que algún día seguirán siendo emblemáticos de esta guerra.

Una pareja joven en una discoteca de Kiev, el 26 de noviembre de 2022 (AFP / Bulent KILIC)

Pero nadie espera una pronta paz. Familiarizados con el frente ucraniano, la mayoría de los enviados especiales se prepara para regresar, aun si el conflicto ya no ocupa los titulares de los medios occidentales.

“Me siento culpable al final de cada misión, porque puedo regresar” a casa, dice Chiba. “La gente que se refugia en los sótanos no tiene esa oportunidad para librarse del miedo”.

“Hay un cierto cansancio por este conflicto y es normal, la gente no puede estar conectada 24/24 a lo que está pasando en Ucrania”, dice Ionut.

“Incluso mis amigos en Rumania, aunque cerca de la frontera, están menos interesados ​​en lo que está sucediendo. Pero este cansancio es un lujo que los ucranianos no tienen, debemos continuar nuestros esfuerzos y cubrir esta guerra sin descanso”.

Una bandada de cuervos sobre Kiev, el 6 de diciembre de 2022 (AFP / Dimitar DILKOFF)

Con información de AFP/Entrevistas de Catherine Triomphe.

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