
Ciudad de México. – Si pensábamos que el saqueo y la incompetencia de Cuitláhuac García Jiménez terminarían con su salida de la gubernatura de Veracruz, estábamos equivocados. Ahora, desde su nuevo trono como director del Centro Nacional de Gas Natural (Cenagas), el exgobernador ha iniciado un proceso de depuración que no busca eficiencia ni transparencia, sino garantizar que su camarilla de incondicionales siga viviendo del erario.
Bajo el pretexto de una “reestructuración”, más de 40 trabajadores fueron despedidos sin previo aviso ni respeto a sus derechos laborales. Pero no se trataba de burócratas ineficientes o aviadores, sino de personal técnico con experiencia clave en el sector energético. ¿El motivo? Hacer espacio para los recomendados de García Jiménez, quienes ahora han tomado por asalto las áreas estratégicas de Cenagas con sueldazos que ofenden la inteligencia y el bolsillo de los mexicanos.
El festín de los exfuncionarios veracruzanos en Cenagas ya es un escándalo: ahí está Carlos Alberto Juárez Gil, exsecretario de Gobierno y señalado por enriquecimiento ilícito, quien ahora coordina Planeación y Proyectos con un sueldo mensual de $150,000 pesos. Waltraud Martínez Olvera, la exjefa de la Oficina del Programa de Gobierno en Veracruz, ahora disfruta de $130,377 pesos como directora de Órganos Colegiados y Transparencia (ironías de la vida). Y la lista sigue: Iván Joseph Luna Landa, exvocero de García Jiménez, y Luis Alberto López Casas, operador de propaganda gubernamental, ahora fungen como directores en Cenagas con sueldos idénticos de $130,377 pesos.
¿Y el jefe de esta pandilla de saqueadores? Cuitláhuac García Jiménez, que como director general de Cenagas se embolsa $177,970 pesos al mes. Todo esto mientras la Auditoría Superior de la Federación (ASF) documenta más de 3 mil millones de pesos en irregularidades en el último año de su gobierno.
El exgobernador no solo aseguró su hueso en la burocracia federal, sino que también prometió acomodo a su grupo de exfuncionarios que fueron descartados por la nueva administración de Rocío Nahle en Veracruz. Su misión es clara: seguir ordeñando los recursos públicos sin rendir cuentas a nadie.
Mientras tanto, el sector energético del país, que debería contar con personal capacitado y comprometido con la eficiencia y la seguridad, es convertido en refugio de incompetentes y corruptos. Y todo con la venia del gobierno federal, que sigue premiando la mediocridad y la opacidad.
México no necesita más vividores del presupuesto, necesita servidores públicos que trabajen por el bien del país. Pero, con Cuitláhuac García y su banda al frente de Cenagas, lo único seguro es que la corrupción sigue teniendo garantizado su suministro de gas… y de dinero.