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No están solas

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Lilian Borja y Saira Montalvo sufrieron abuso en relaciones, pero gracias al deporte pudieron superarlo. Ahora desde su respectiva ‘trinchera’, ayudan a mujeres que pasan por la misma situación

La peleadora estuvo en una relación violenta que casi le cuesta la vida. Hoy imparte cursos de defensa personal para mujeres.

El deporte puede sanar heridas profundas. Lilian Borja pasó por una relación violenta que la llevó hasta el hospital. Fue manipulada, la apuntaron con un arma de fuego y en otra ocasión casi muere por una contusión en la cabeza. Ahora enseña a mujeres a defenderse de sus agresores.

Lilian es peleadora profesional de jiu jitsu brasileño desde hace cuatro años. Cuenta con varios rankings de primer lugar a nivel nacional avalados por CONADE, así como con cuatro campeonatos por parte de la Federación Internacional de Jiu Jitsu.

Sin embargo, antes de alcanzar estos logros pasó una experiencia que la llevó a involucrarse de lleno en las artes marciales mixtas: vivió un noviazgo violento.

La relación duró siete años, de los cuales, los primeros seis fueron maravillosos. Ambos disfrutaban de su compañía, tenían personalidad extrovertida, iban a fiestas y salían con amigos. Pero todo cambió cuando decidieron vivir juntos.

 Cuando llegué a su casa, él era otra persona, desde el momento que puse un pie ahí”.
LILIAN BORJA, PELEADORA.

“Cuando llegué a su casa, él era otra persona, desde el momento que puse un pie ahí”, contó Lilian.

Al inicio eran comentarios negativos sobre la forma en la que ella se arreglaba para salir, respecto a la comida y los quehaceres de la casa. “Fui creando una personalidad que no era la mía. Me fue llevando a puntos donde nunca imaginé estar”.

Hoy Lilian reconoce que ignoró muchas señales de violencia psicológica porque en ese momento no le parecieron actos de maltrato, creía que era ella quien actuaba mal.

Pero de apoco, las situaciones fueron tornándose más graves.

Las agresiones verbales pasaron a lo físico: empujones, cachetadas y ojos morados por golpes. Al principio Lilian pensó que esto ocurría porque él estaba alcoholizado, pero luego también pasó estando sobrio.

Una noche él le había estado llamado por celular, pero Lilian no respondió porque estaba dormida. Cuando llegó a casa la despertó con un golpe en el rostro y alterado le reclamó. El miedo se apoderó de Lilian, quien tomó el teléfono y llamó a su papá. Justo en ese momento, su agresor le apuntó en la cabeza con un arma de fuego, “no tienes idea de con quién te metiste”, le dijo. Ella arrojó el celular al suelo, su papá atestiguó toda la situación a través del altavoz.

Rápidamente la casa se rodeó de patrullas, los oficiales trataron de hablar con el hombre para pedirle que se tranquilizara. En lugar de eso, disparó el arma hacia un lote baldío ubicado frente a la vivienda. Justo donde el papá de Lilian estaba estacionado, por fortuna salió ileso.

Finalmente el hombre se calmó y la dejó salir de la casa. Tras el altercado ella fue a vivir con sus padres. Pero decidió perdonarlo y retomar la relación tras una semana de insistencia. Lilian explicó que, “una situación así se da cuando tratas de amar a alguien más que a ti misma”.

En una ocasión la pareja tuvo un malentendido en redes sociales. El se delató con una publicación diciendo que iba a estar en un lugar, cuando no fue así. Cuando regresó a casa, además de estar ebrio, su furia era evidente. “Cuando lo vi entrar supe que ese era el último día, lo sentí”, contó Lilian.

Comenzaron los empujones, ella trató de defenderse y lo golpeó con un extinguidor en la cabeza. Eso lo enojó más, al punto que la proyectó contra el piso con un derribe de jiu jitsu. Él practicaba la disciplina.

La cabeza de Lilian rebotó en el suelo, se subió encima de ella y la golpeó en la cara con los puños cerrados. De no ser porque la hermana de Lilian estuvo en el lugar, quizá hubiera perdido la vida.

Lo siguiente que Lilian recuerda fue despertar en el hospital. Al abrir los ojos, a su costado estaba la mamá de quien fuera su novio, sus primeras palabras fueron: “ya no regreses con él, hija”.

 Todas valemos mucho. No deben olvidar que están aquí para ser felices. Si no eres feliz, no puedes tener a alguien feliz a tu lado”.
LILIAN BORJA, PELEADORA.

Pasó dos días internada, la mantuvieron sedada para que su cerebro se desinflamara. Después de eso pasaría dos años padeciendo intensas jaquecas.

“No entendía cómo había llegado hasta ahí y como yo misma lo había permitido. Casi morí”, dijo Lilian.

El siguiente paso fue denunciar al agresor. Sin embargo, optó firmar un perdón con la condición de no volverlo a ver. “Finalmente las personas solo pueden dar lo que tienen, mi papá me enseñó que solo el amor puede expulsar al odio”, explicó Lilian. Después de eso, no volvió a saber nada de él.

Decidida a rehacer su vida, Lilian se dedicó de lleno al muay thai. Eduardo Bustillos fue su primer maestro de artes marciales, “estoy muy agradecida con él, me abrió las puertas”, platicó.

Golpear el costal resultó una gran terapia. Lo hacía durante horas mientras lloraba, “ahí me curé”, contó Lilian.

Actualmente Lilian imparte cursos de defensa personal para mujeres, mismos en los que explica técnicas para escapar de una situación de riesgo, tal como las que ella vivió durante el noviazgo violento.

“Todas valemos mucho. No deben olvidar que están aquí para ser felices. Si no eres feliz, no puedes tener a alguien feliz a tu lado”. concluyó Lilian.

La quarterback superó a un novio que la violentó verbal y físicamente. Ahora ayuda a jóvenes que pasan por lo mismo.

Una relación “tóxica” puede crearse sutilmente. Saira Montalvo pasó por alto las advertencias de su familia y amigos, no se dio cuenta de que su novio la controlaba. Abandonó sus estudios y el deporte, tocó fondo cuando el noviazgo presentó una agresión física que casi termina con su vida y que la llevó a una profunda depresión.

Saira es quarterback en VQueens Saltillo, equipo de futbol americano en modalidad bikinin con el que ha sido campeona nacional. Su carácter se ha formado a base de situaciones difíciles por las que ha atravesado, entre ellas, dejar a un novio violento.

La relación duró tres años, comenzó cuando ella tenía 20. Era de sus primeras experiencias en cuanto a tener pareja. Al comienzo él era muy romántico, pero poco a poco el cariño se convirtió en posesión.

Como porrista, usaba faldas cortas y maquillaje. Él externó que eso no le agradaba y ella optó por dejar de hacerlo para evitar conflictos. Lo siguiente fue el control sobre sus amigos y familiares.

Le regaló un celular que con aplicaciones previamente descargadas podía estar al tanto de lo que ella veía. Cada cinco minutos había llamadas para preguntarle dónde estaba, qué hacía y con quién estaba.

“Se fue al extremo, me quería tener solo para él, no quería que nadie me viera, que nadie me respirara al lado, nada. Fue invadiendo cada parte de mi espacio, cada vez más”, dijo Saira.

Oponiéndose a la relación, familiares y amigos le comentaban: “dáte cuenta, te está controlando”. Pero la entonces estudiante de derecho ignoró. “Yo decía ‘es porque se preocupa por mí. No se metan en mi relación’”.  Además del control, hubo infidelidades. Pero ella le perdonaba todo. Esto sumado a verse envuelta en la manipulación y el chantaje, “me decía que se iba a morir si yo lo dejaba”, narró Saira.

En este punto, ella ya no tenía vida social, se dedicó a estar con su novio, quien comenzó a violentarla psicológicamente.

Mientras Saira se esforzó por destacar como estudiante y deportista, él le decía: “la verdad es que no eres tan buena, hay mejores que tú. No eres tan inteligente, no sé para qué estudias si no vas a ejercer”.

“Me empecé a creer esas cosas”, compartió Saira, quien finalmente dejó la escuela.

La violencia escaló de lo verbal a lo físico. Hubo episodios de agresiones en espacios públicos, sin embargo, las personas no hicieron nada más que decir: “Pobre chica”.

Todos los días en lugar de irse a la escuela se iba a casa de su novio. En una ocasión discutieron a causa del celular, él se lo arrebató y estrelló contra el suelo. A pesar de atestiguar el altercado, la familia de él no intervino.

Los “jaloneos” continuaron entre escaleras. La puso contra la pared, tomó su cuello y empezó a asfixiarla. Saira estaba por perder el conocimiento, ya no veía nítido.

 “Me gritó muchas cosas, ‘eres una perra, te vas a morir’ ahí pensé que sí me podía morir”,
SAIRA MONTALVO, QUARTERBACK

Como pudo le pateó una pierna que él se había lesionado días antes a causa de un accidente. Así logró zafarse y bajó las escaleras, pero se quedó atrapada en el portón.

La alcanzó, la golpeó y le propinó un cabezazo. “Me gritó muchas cosas, ‘eres una perra, te vas a morir’ ahí pensé que sí me podía morir”, platicó Saira.

Ante la desesperación hizo lo posible por escaparse y se echó a correr. Como su novio no pudo perseguirla a causa de la lesión en la pierna, envió a sus hermanos para que la trajeran de vuelta.

Enmedio del pánico, se subió al primer camión de transporte público que pasó por el lugar. Ese fue el clímax, ella supo que no podía volver a pasar una situación así. Se maquilló los golpes y llegó a su casa aparentando que nada grave había ocurrido.

Luego de eso Saira nunca volvió a ver a quien fuera su novio. A pesar de la insistencia, se negó a hablar con él. “Estaba a la defensiva de que me lo fuera a topar o me hiciera algo. Viví con miedo por mucho tiempo”, platicó.

La joven entró en una profunda depresión. Cuando intentaba contarle a alguien lo que pasó, solo le decían “te lo dije”. Entonces prefirió evitar esos comentarios y lidiar con la situación ella sola.  “Cuando toqué fondo me di cuenta que tenía que replantearme y salir de mi nido”, dijo Saira.

Buscando animarse, un día decidió ir a ver un entrenamiento de tochito en el Biblioparque Sur. Ahí se encontró con que había instalada una campaña de salud. Entre los especialistas había un psicólogo.

Luego de pensarlo varias veces, Saira se decidió a hablar con él. Le contó la situación que vivió, cómo se sentía y aceptó ser canalizada para recibir ayuda de un especialista. Esa decisión le dio un vuelco a su vida. 

Comenzó a sentirse mejor, más segura y con ganas de emprender nuevos planes en su vida. Decidió estudiar psicología, regresó a practicar tochito y de ahí la invitaron a jugar en VQueens Saltillo. Se enfocó en mejorar como persona y cuidar su aspecto físico.

Hoy Saira tiene 24 años, con ayuda de su profesión se dedica a brindar ayuda a todas las chicas que requieren ayuda para salir de un noviazgo “tóxico”. A pesar del sufrimiento, asegura no arrepentirse de lo que pasó, porque eso le ayudó a ser más fuerte.

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