Por: José Noé Castillo Overa

Nada ni nadie debe excluir a otros del proceso educativo como hecho eminentemente humano. ¿De qué tipo de seres humanos seremos si dejamos fuera de las aulas a los menos favorecidos?, ¿si les regateamos el ingreso a los planteles a los grupos marginados.

Si como dice Fernando Savater “Durante siglos, la enseñanza ha servido para discriminar a unos grupos humanos frente a otros: a los hombres frente a las mujeres, a los pudientes frente a los menesterosos; a los citadinos frente a los campesinos, a los clérigos frente a los guerreros, a los burgueses frente a los obreros, a los civilizados frente a los salvajes, a los listos frente a los tontos, a las castas superiores y contra los inferiores”.

El acceso universal a la educación transita al margen de tales criterios discriminatorios.

Una asimetría es cuando las partes de un cuerpo no se corresponden, es decir, no encuadran, no embonan. Algo parecido sucede en nuestro país con un mapa cultural y lingüístico tan diverso.

En este suelo interactuamos millones de personas con diferencias de edades, lenguas, culturas, religiones, económicas, etcétera.

Las asimetrías todo lo invaden en nuestro entorno. La desigualdad, la marginación y la discriminación complican nuestras relaciones entre mexicanos.

En este México nuestro, los gobiernos de la Cuarta Trasformación impulsan un proyecto de nación que supere la exclusión.

Aquí ya no debe haber lugar para la discriminación cultural, étnica, de idioma, de género, de edad, de religión, de ideología, ni socioeconómica, política, por capacidades diferentes o por diversidad sexual o color de piel.

Seremos una nación democrática en tanto reconozcamos los plenos derechos y oportunidades de bienestar a todos.

Ese es uno de los grandes retos actuales. En ese tenor, la educación debe amalgamar la cohesión social y catapultar los esfuerzos para eliminar prejuicios. Es una herramienta para construir las relaciones de respeto y convivencia equitativa entre los más diversos.
la escuela como lugar donde confluyen niños, niñas y jóvenes de lenguas y culturas distintas debe concebirse como eje articulador de capacidades, talentos, ritmos de aprendizaje y las clases sociales de donde proceden.

Es indispensable reconocernos diversos y dignos de autoestima y respeto. En ese ambiente de armonía y convivencia sana, se alcanzarán los contenidos y propósitos. En esas tareas, el pueblo y el gobierno de la trasformación tienen y asumen uno de los más grandes desafíos.

Sobre el autor:

Perfil Académico:

• Profesor de Educación Primaria, egresado de la Escuela Normal Rural “Lauro Aguirre” de Tamaulipas.
• Licenciado en Educación Media, especializado en Ciencias Sociales por la Escuela Normal Superior de Tamaulipas.
• Licenciado en Derecho por la Universidad Veracruzana.
• Maestro en Educación por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superior de Monterrey.

 Actividades en el sector público:

• Regidor.
• Secretario Técnico Ayuntamiento.
• Presidente municipal de Agua Dulce, Veracruz (cuatrienio 2022-2025).

Trayectoria política:

• Militante del PSUM.
• Fundador del Partido de la Revolución Democrática.
• Constituyente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).