José Ortiz Medina

Siniestro, se mueve a veces en las alcantarillas del poder. Teje y desteje. Intriga, y vuelve a intrigar. Cual reptil “nauyaquiano” -no por nada es muy amigo del dinosáurico Fidel Herrera- se arrastra en las catacumbas del poder y cuando lo ve preciso, suelta el veneno.

Política a la vieja usanza, de golpeteo, de intrigas palaciegas. Política que más bien es grilla. Grilla que a veces se rebaja a simple chisme de lavadero. Lavadero en el que se junta lo mismo la mugre que el cochambre.

La porquería de la política, de la grilla barata. Emisario del pasado, viajero en el tiempo que trae inmundicia a un presente de cambio y transformación que ya no es el suyo. Así es, y mucho más, Ricardo Monreal.

En sus constantes visitas a Veracruz no sólo viene a revolcarse en el golpeteo ramplón, sino que aprovecha para llevar otras aguas a su molino.

Así, aprovecha el viaje. Va a Pacho, pero también sostiene reuniones secretas, casi en penumbras.

Circula una versión en estos días, nada descabellada: que aparte de hacerle visita personal a su “amiguis” en la celda, el zacatecano habría aprovechado también para jalar hilos que llevarían hacia la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Gargantas profundas refieren que el legislador está muy interesado en que dicho órgano jurisdiccional revoque la resolución del TEV, y de esa forma “revivan” al ex candidato a la dirigencia estatal del PAN afín a los Yunes.

La sentencia de dicha Sala será cuestión de días. Ya se sabrá si los Magistrados actuarán conforme a derecho o si ceden a la tentación de vender su voto.

Tendría lógica ese escenario, habida cuenta que el PAN de los Yunes es el que desde hace rato trae alianzas con Dante Delgado, a su vez aliado incondicional del oriundo de Zacatecas.

La política a veces hiede. A veces apesta, tanto como pueden apestar los acuerdos en lo oscurito.

Una vez soltado el veneno, el ofidio con apariencia de político sale reptando sigiloso del territorio jarocho.

Suena su cascabel y el sonido es casi un cántico perverso…

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